¿Por qué preguntamos tanto los fisioterapeutas?

Pues por una razón muy sencilla y a la vez compleja. Para realizar un buen tratamiento, que sea efectivo y resolutivo, debemos hacer antes un buen razonamiento clínico, y lo hacemos mediante la historia clínica.

Es muy importante, por no decir básica, esta entrevista inicial.

Cuando un paciente viene por primera vez a la consulta, nos facilita sus datos y luego el fisioterapeuta le hace preguntas sobre muchos aspectos y eventos de su vida que quizás a priori no parecen relevantes, pero en realidad, todo lo que le pasa al cuerpo, a lo largo de la vida, afecta al buen o mal desarrollo de toda nuestra estructura corporal.

Es básico para un terapeuta escuchar qué nos cuenta el paciente, como lo explica y saber descifrar, mediante toda la narración, qué es lo que le pasa. No siempre el dolor que describe uno es realmente la raíz de su problema, es mediante las preguntas que realizamos tanto en la primera visita como en el resto, así como lo que el paciente va recordando a medida que vamos haciendo repaso de todo lo que le ha pasado, tanto física como emocionalmente, que nos lleva a realizar un diagnóstico hipotético del problema que presenta el paciente.

Después hacemos una valoración analítica de la postura del paciente: los patrones antiálgicos, las asimetrías y los movimientos anómalos que realiza mediante una serie de tests y pruebas específicas. Con todo esto ya podemos tomar una decisión diagnóstica y plantear un tratamiento adecuado al problema que presenta y nos marcamos una metodología de trabajo en la que tenemos como objetivo, no sólo eliminar el dolor del paciente sino solucionar lo que origina este dolor para evitar reincidencia.

Por poner un ejemplo y hacerlo más comprensible: un paciente con una lumbalgia hace dos semanas, mediante las preguntas para crear su historia clínica, recuerda que hace tres meses se torció el pie, aunque actualmente no le molesta, que hace unas semanas que tiene estreñimiento, y que a veces, si camina mucho rato le duele el hombro contrario. En la exploración física observamos la rodilla con una rotación interna, una disminución de la altura del puente, la pelvis más baja, el sacro bloqueado, el diafragma un poco más cerrado y el hombro contrario anterior un poco más arriba que el otro.

Para mejorar el dolor lumbar no debemos tratar las lumbares. Hay que empezar por el pie, rodilla y sacro, trabajar el diafragma para sacar la tensión visceral y colocar el hombro en su lugar. Lo más seguro es que, si conseguimos arreglar todo lo que el pie ha cambiado de la postura del paciente, el dolor lumbar desaparecerá.

Toda la información que nos pueda facilitar al paciente a nosotros, los fisioterapeutas, nos ayuda a poder plantear el tratamiento más adecuado y con la mejor respuesta, evitando así que el dolor vuelva a aparecer.

Nuestro cuerpo queda marcado por todo lo que nos pasa desde el momento en que nacemos y se adapta a los cambios que sufrimos a lo largo de la vida, tanto a nivel físico, como emocional, social y laboral. Somos la suma de todo lo que vivimos.

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