Fisioterapia y post cirugía

Después de una intervención quirúrgica es muy importante movilizar los tejidos de la zona operada y de las estructuras que lo rodean para evitar adherencias, es decir, que los tejidos se peguen.

Esta movilización no puede ni debe ser brusca: debe ser hecha en posición de descarga (tumbados en la cama o en la camilla de trabajo) y no se deben hacer activaciones musculares. Durante las primeras horas posteriores a la intervención, no se debe mover la zona intervenida pero si las partes distales (zonas alejadas de las cicatrices). Conviene pedir consejo profesional previo a la intervención: de esta forma conocerá qué ejercicio es el correcto, con qué frecuencia y con qué intensidad se debe realizar. Hacerlo, por su cuenta, demasiado fuerte o demasiado a menudo podrá ser tan perjudicial como ejecutarlo demasiado flojo o demasiado pocas veces.

Si realizamos la movilización de manera incipiente, el proceso de recuperación será mucho más rápido. Normalizaremos la zona y evitaremos problemas postoperatorios.

Os ponemos un par de ejemplos.

– En una operación de tronco, a partir del momento en que salimos de la anestesia, sería conveniente iniciar movimientos respiratorios suaves. Cada vez que cogemos aire, se movilizan un montón de estructuras musculares, los órganos internos (conveniente si la intervención ha afectado alguno de ellos), los ligamentos internos y también todas las articulaciones que están relacionadas con el tronco, que prácticamente son todas las que hay desde cervicales hasta pelvis y caderas.
Sencillamente respirando ya estamos haciendo un trabajo muy importante: es evidente que tenemos que hacerlo de una manera amplia, suave e intentando llenar los pulmones de una manera completa. La fisioterapia respiratoria postquirúrgica va sobre todo encaminada a restablecer el patrón ventilatorio, es decir, respirar correctamente.

– En una operación de la extremidad inferior (cadera, rodilla…) podemos empezar haciendo pequeños movimientos de flexión y extensión de tobillo. En caso de que sea el tobillo el que ha sido operado, moveremos los dedos de los pies suavemente. Con ello realizamos el movimiento de las estructuras que lo rodean sin mover directamente la zona intervenida. Así facilitaremos la recuperación, mejoraremos la irrigación de la zona y el trofismo (la circulación de la sangre). Evitaremos adherencias, iniciaremos una pequeña contracción isométrica de los músculos cercanos. Todo ello, beneficios para la recuperación.

 

Tanto antes como después de cualquier intervención, los fisioterapeutas tenemos un papel importante, sobre todo para reducir al máximo el tiempo de inmovilización de un paciente y contribuir a recuperar la normalidad en la actividad de la vida diaria de la forma más óptima posible. El profesional de la Fisioterapia, cuando acudimos a la consulta, analiza si hay alguna zona del cuerpo bloqueada, si el dolor hace que se adopte una postura antiálgica (una alteración involuntaria del desplazamiento o soporte normal de piernas o pies debido al dolor o molestia). Se tratan, a través del masaje, las zonas contracturadas y se movilizan las estructuras bloqueadas, buscando una recentralización articular.

Y además, teniendo en cuenta que el tratamiento no finaliza en la consulta, los fisioterapeutas enseñamos cómo realizar unos ejercicios concretos y progresivos adecuados, que ayudarán a que el paciente se sienta mejor durante el postoperatorio y se recupere lo antes posible.

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